La crítica del licenciado apunta a la falta de coherencia entre las políticas hídricas y las decisiones de autorización, sugiriendo posibles intereses políticos y la influencia de grandes empresas.
Verdaguer percibe es que hay un esfuerzo sistemático para que la israelí Mekorot ingrese en la gestión del agua en Mendoza. Él sugiere que el Departamento General de Irrigación está siendo «chatarreado» o llevado a niveles precarios, con el fin de justificar la privatización de la gestión del agua. En este contexto, la entrada de Mekorot implicaría que una empresa privada se haría cargo de manejar el recurso hídrico. Verdaguer considera esto un inconveniente y llama a la población a alertarse, mencionando que algo similar ocurrió con el Parque General San Martín. Su preocupación se acentúa al considerar que Irrigación ya está otorgando permisos de perforación a personas influyentes.

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